viernes, 5 de enero de 2018

SIGUEN LOS CONFLICTOS




Durante las dos últimas semanas, la comunidad internacional estuvo en vilo ante la fuerte retórica belicista empleada por los presidentes de Estados Unidos y Corea del Norte y por las pruebas de misiles intercontinentales realizadas por este último, reviviendo así la pesadilla nuclear.
La atención del planeta se centra a partir de hoy en las maniobras militares anuales de Washington y Seúl en Corea del Sur, que según los analistas pueden exacerbar aún más la tensión.
La reacción del Norte al ejercicio militar conjunto llamado “Ulchi Freedom Guardian” (UFG), que empieza hoy, será, por tanto, esencial.
Estas maniobras anuales, que usan el nombre de un general que defendió el antiguo reino coreano frente al invasor chino, congregan a 50.000 soldados surcoreanos y 17.500 militares, que se entrenarán para proteger a Corea del sur de un ataque norcoreano.
“Temo que (los norcoreanos) lleven a cabo su proyecto cuando empiecen las maniobras”, afirmó a la AFP James Acton, especialista de armas nucleares en el Carnegie Endowment for International Peace.
Por su parte, el analista del centro de estudios británico Chatham House y profesor de Política Japonesa y Relaciones Internacionales en Asia Oriental en la Universidad de Cambridge, John Nilsson-Wright, dijo a la BBC Mundo que para evitar cualquier confrontación bélica debe primar ante todo la diplomacia.
“En principio, hay algunos incentivos que Washington podría ofrecer a Corea del Norte, como el inicio de conversaciones para alcanzar un tratado de paz definitivo con el Sur, pasos preliminares hacia el reconocimiento diplomático del régimen, lo que incluiría el establecimiento de una misión estadounidense de cooperación en Pyongyang, o un acuerdo para la reducción del armamento convencional en la Península. Pero todos estos son, en el mejor de los casos, objetivos a largo plazo”, sostuvo.
Sin embargo, desde que Kim Jong-un accedió al poder en 2011, el régimen norcoreano tiene dos objetivos prioritarios: renovar el Ejército y hacer prosperar la economía de su país.
Nilsson-Wright indicó a BBC Mundo que las aspiraciones nucleares de Pyongyang se remontan a la década de 1960 y responden al deseo del régimen de tener plena autonomía política y militar, pese a la oposición, no sólo de enemigos tradicionales como EEUU, Japón y Corea del Sur, sino también de sus aliados tradicionales, China y Rusia.
Corea del Norte no renuncia a su arsenal nuclear por las experiencias recientes en Libia, Irak y Siria.
Aunque Washington no ha expresado intenciones hostiles hacia el norte, Pyongyang sostiene que EEUU es una potencia nuclear superior y, con hasta 28.000 militares instalados en Corea del Sur, representa una amenaza.
La Guerra de Corea (1950-1953), presentada por la propaganda norcoreana como el resultado directo de la agresión estadounidense, sirve para describir a la superpotencia ante el público norcoreano como un adversario que pretende destruir el país.
Para los norcoreanos más mayores, esa evocación de las acciones estadounidenses durante la guerra, en la que casi cada ciudad del país fue sepultada por los bombardeos, forma una narrativa convincente y es repetida para el grueso de la población a través de los mensajes políticos que a diario emite el Estado.
Las declaraciones de Trump son un regalo para Kim Jong-un, que le ayudan a fortalecer su imagen de comandante en jefe y supremo protector de la nación.

COEXISTENCIA INCIERTA
Informes recientes de inteligencia elaborados en EEUU sugirieron que Corea del Norte podría contar ya con hasta 60 bombas nucleares (una cifra cuestionada por algunos analistas) y sus ejercicios con misiles de largo alcance realizados entre el 4 y el 28 de julio indican que ya podrían alcanzar territorio de EEUU.
Un reporte publicado en el Bulletin of the Atomic Scientists puso en duda hasta qué punto la mejora de su capacidad balística permitiría a Corea del Norte lanzar una de sus cabezas nucleares contra territorio estadounidense, pero hay pocas dudas de que durante el último año hizo dramáticos progresos que le aseguraron su membresía en el club de las potencias nucleares.
La BBC reseñó que Washington dejó claro que no reconocerá esa condición. Hacerlo, serviría en bandeja a Kim Jong-un una victoria propagandística, socavaría las relaciones de EEUU con sus aliados regionales claves (Japón y Corea del Sur), daría lugar a una carrera armamentística en la zona y comprometería el sistema global de no proliferación.

MISILES Y ANTIMISILES OPERACIONALES
Misil entrante: el Hwasong-12: El ejército norcoreano explicó que su proyecto, al que le dará los últimos toques a mediados de agosto, implicaba a cuatro misiles Hwasong-12 que se estrellarán a 30 o 40 kilómetros de Guam.
En un primer ensayo, en mayo, este misil de medio alcance (IRBM) recorrió 787 kilómetros. Fue lanzado con un ángulo elevado y, según los expertos, con un alcance máximo de unos 5.000 kilómetros.
Lo que hace que Guam, a unos 3.300 kilómetros de las bases de misiles norcoreanas, esté a su alcance, indicó a la AFP Yang Uk, investigador del foro coreano sobre defensa y seguridad KODEF.
Los especialistas descartan la posibilidad de que los misiles puedan fallar en su objetivo, y advierten que estos podrían impactar en la propia isla.
Interceptor número 1: SM-3: En caso de lanzamientos efectivos, se pondrán a prueba las capacidades balísticas estadounidenses en la región.
Japón advirtió que derribaría cualquier misil norcoreano que amenace su territorio. Tanto Tokio como Washington cuentan con un sistema de misiles interceptores Standard Missile-3 (SM-3).
Este sistema emplea la fuerza bruta —el equivalente a un camión de 10 toneladas lanzado a unos 1.000 km/h— para destruir su objetivo, chocando con él. Puede salir de la atmósfera terrestre e interceptar misiles balísticos a gran altitud.
Interceptor número 2: Thaad: Washington ha desplegado el potente escudo antimisiles Thaad (Terminal High Altitude Area Defense) en la región Asia-Pacífico, incluyendo Corea del Sur, Japón y Guam.
Como el SM-3, el sistema utiliza la energía cinética del interceptor para destruir su objetivo, por la fuerza del impacto, y fue probado con éxito contra un IRBM por primera vez en Alaska el mes pasado.
Pero la intercepción se produce en la fase “terminal” del vuelo y es poco probable que las baterías instaladas en Corea del Sur y Japón sean eficaces.
Según los expertos, para el escudo de Guam podría ser difícil contrarrestar el ataque de cuatro misiles simultáneos.

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